15 de enero de 2012

Efecto dominó

Resulta curioso la cantidad de similtudes que tiene nuestra vida con el "efecto dominó".
 Nos pasamos los días intentado conseguir por todos los medios posibles esas pequeñas piezas. Después, pasamos horas colocándolas cuidadosa y minuciosamente en fila, perfectamente alineadas, ni un milímetro más a la izquierda o a la derecha, ni un pelo (gran unidad de medida donde las halla) más pegada o separada de la que la precede. Nos supone un gran trabajo y un alto grado de concentración. En efecto, como en las pelis en las que los artificieros tienen que desactivar una bomba y no saben si cortar el rojo o el azul  o como cuando un cirujano se seca una gota de sudor justo cuando va a caer sobre su paciente ( los cirujanos viven al limite en lo que se refiere a sus gotas de sudor).


 Poco a poco conseguimos que nuestra fila de piezas sea más larga y para nosotros, al menos, casi perfecta. Sin embargo, un día cometemos un fallo y caen todas o casi todas arrastrando a las demás hasta que conseguimos frenarlo o la fila llega a su fin.



Igual pasa con nuestra vida. La construimos con cuidado y a base de mucho esfuerzo pero un día cometemos un error y todo comienza a derrumbarse y acaba destruido a menos que consigamos atajarlo a tiempo.


Te preguntarás que para que diantres vamos a querer construir un efecto dominó a lo largo de nuestra vida... la verdad es que no lo sé. Tal vez queramos formar algo bonito para que cuando muramos logre arrancar una pequeña sonrisa a la gente que nos quiere o simplemente sea para entreteneros mientras pasa el tiempo. Quien sabe...


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