Cuando pasamos a la acción para vengar a nuestros seres queridos la justicia personal choca con la justicia social y divina. Nos convertimos en juez, jurado y Dios. Esa decisión acarrea una responsabilidad tremenda, algunos hombres se hunden bajo semejante peso mientras otros abusan de la inercia; pero sólo el verdadero fuera de la ley encuentra el equilibrio entre la pasión de su corazón y la razón de su mente. La solución es siempre una mezcla a partes iguales de fuerza y derecho.
SED FELICES. Besos y abrazos para quien los necesite.
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